El debate sobre todo lo que tiene que ver con la vivienda está más presente que nunca. Los impuestos, los precios de los alquileres o el parque público de vivienda están centrando la actualidad y hay un término que empieza a escucharse: el flipping inmobiliario.
El flipping inmobiliario surgió en EE UU, donde tiene una gran implantación. Consiste en adquirir una vivienda, reformarla y volver a ponerla en el mercado con el objetivo de venderla a un precio superior al que ha costado la compra y la reforma en un corto espacio de tiempo. El tiempo que transcurre entre la adquisición y la venta del inmueble no suele superar el año.
Podemos puso en la diana esta fórmula de venta al proponer gravar con un nuevo impuesto del 20% del precio total de compraventa a las operaciones de venta de vivienda que se produzcan antes de que hayan pasado dos años desde su adquisición y se detecte una intención de especular con el inmueble.
La formación morada considera que esta práctica “ha contribuido en parte a la subida imparable del precio de la vivienda. El nuevo impuesto desincentivará la especulación y aumentará la recaudación con el fin de que ese dinero se destine a ampliar el parque público de vivienda”.
El flipping inmobiliario
Para realizar este tipo de operaciones hay que tener un gran conocimiento del sector inmobiliario y de cómo conseguir y acceder a las mejores oportunidades del mercado, lo que implica estar al tanto de subastas públicas o ejecuciones hipotecarias.
Un aspecto clave es tener muy claro por lo que se puede pagar por el inmueble teniendo en cuenta que el comprador tendrá que afrontar más gastos posteriores, como el pago de impuestos o el coste de la posterior reforma.
Una de las reglas de estos inversores es la del 70%, según la cual el precio que se debe pagar para que el negocio sea rentable no debe superar el 70% del valor del inmueble. A esta cantidad habría que restarle el coste de la reforma.
Pongamos un ejemplo: si una vivienda cuesta 200.000 euros y la reforma tiene un presupuesto de 20.000, la oferta por ese inmueble no debería superar los 120.000 euros. Esta cifra sale de restar al 70% del coste del inmueble (140.000 euros) la cuantía de la reforma (20.000).
Se estima que este tipo de inversores pueden obtener un beneficio de hasta el 30%.
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